Centro de desintoxicación en Málaga

Hablar con alguien que atraviesa una adicción puede ser desconcertante. A veces parece que todo lo que dice está cargado de evasivas, excusas o contradicciones. Pero si nos detenemos un momento a escuchar con atención, descubrimos que muchas de esas frases que se repiten una y otra vez no son simples palabras vacías: son señales, formas de pedir ayuda sin pedirla, de protegerse del juicio, de evitar enfrentarse a la realidad o de aferrarse a una sensación de control que ya no existe.

¿Por qué es importante escuchar lo que dicen los adictos?

La manera en la que una persona con adicción se expresa no es algo casual. Cada palabra, cada frase repetida una y otra vez, es el reflejo de una lucha interna, de una contradicción profunda entre lo que quiere mostrar al mundo y lo que realmente está sintiendo. Escuchar esas frases no significa solo oír las palabras, sino aprender a leer lo que hay detrás: miedo, dolor, necesidad de control, vergüenza, dependencia o incluso esperanza.

Las personas que atraviesan una adicción suelen repetir ciertos discursos que, a simple vista, pueden parecer excusas o justificaciones. Pero la realidad es que muchas de esas frases cumplen una función psicológica concreta: protegerse. Y es que cuando alguien se enfrenta a un problema tan complejo como una adicción, lo último que quiere es verse expuesto, vulnerable o juzgado. Por eso, el lenguaje se convierte en una especie de escudo. Escuchar con atención lo que dicen  y cómo lo dicen es clave para poder ayudar sin caer en la confrontación constante.

Además, el lenguaje en la adicción funciona también como una forma de negación. “No tengo un problema”, “puedo dejarlo cuando quiera”, “no estoy tan mal”… son frases que, lejos de ser simples palabras, muestran cómo el cerebro de la persona aún no acepta del todo la realidad. No es que estén mintiendo con malicia; muchas veces, simplemente no son conscientes del todo del daño que se están haciendo o del alcance del problema. Y ese autoengaño se manifiesta, casi siempre, a través del lenguaje.

Otro aspecto fundamental es que muchas de estas frases se repiten, con ligeras variaciones, en distintos perfiles de personas. Da igual si se trata de un joven que fuma porros a diario, un adulto que bebe en exceso o alguien que consume cocaína de forma esporádica. El patrón verbal suele ser el mismo: minimizar, justificar, normalizar. Esto se debe a que el proceso adictivo tiene una base neurológica común, con mecanismos de defensa similares sin importar la sustancia o conducta adictiva.

Por eso es tan importante no quedarse en la superficie. Escuchar estas frases sin juzgar, tratando de entender qué hay detrás, es muchas veces el primer paso para abrir una conversación sincera. Cuando dejamos de discutir con la frase y empezamos a entender el dolor que hay en ella, se abren caminos para el cambio. La adicción no se desmantela con reproches, sino con comprensión firme. Y todo empieza por escuchar de verdad.

Las 15 frases que más repiten los adictos y lo que realmente quieren decir

  1. «Yo controlo, puedo dejarlo cuando quiera»
    Esta frase es una de las más frecuentes y una de las más peligrosas. Es una forma de negar la adicción y proteger una falsa sensación de autonomía. Detrás suele haber miedo: miedo a fracasar, a enfrentarse a la abstinencia, o simplemente a reconocer que hay un problema real. En realidad, si la persona pudiera dejarlo cuando quisiera, ya lo habría hecho.
  2. «No le hago daño a nadie»
    Aquí la persona intenta justificar su consumo minimizando sus consecuencias. Esta frase suele ir acompañada de cierto enfado o actitud defensiva. Pero las adicciones no solo afectan al consumidor, también alteran la dinámica familiar, las relaciones sociales, el entorno laboral. Es una forma de evitar sentir culpa o vergüenza.
  3. «Esto no es para tanto, hay gente mucho peor»
    Compararse con otros casos más extremos es otra estrategia de minimización. La adicción no se mide por lo mal que estén otros, sino por cómo afecta a la vida propia. Esta frase suele usarse para esquivar confrontaciones o posponer el momento de buscar ayuda.
  4. «Es solo por ahora, cuando pase esto ya lo dejo»
    El uso del consumo como válvula de escape temporal es muy común. La persona vincula su adicción a una situación puntual: una ruptura, el estrés del trabajo, un mal momento. Pero cuando ese problema se resuelve, aparece otro. Y el consumo sigue.
  5. «Tú no lo entiendes, no sabes lo que es esto»
    Esta frase pone distancia. Sirve para cortar la conversación y protegerse del juicio ajeno. Puede haber algo de verdad en ella, porque cada proceso de adicción es único. Pero también encierra aislamiento, y muchas veces, desesperación por no sentirse comprendido.
  6. «Yo no soy como los demás, no estoy tan mal»
    Otra forma de justificar el consumo. La persona se compara con estereotipos o con personas que considera en peor situación. Esto puede retrasar mucho la toma de conciencia, porque la negación impide ver la propia evolución del problema.
  7. «Ya he pasado por cosas peores, esto también lo superaré solo»
    Esta frase suele usarse con orgullo, pero en el fondo esconde miedo a pedir ayuda. También refleja una visión distorsionada de la autonomía. En las adicciones, el aislamiento rara vez es la solución.
  8. «Voy a terapia, pero no es para tanto»
    Minimizar la gravedad del problema incluso cuando se está pidiendo ayuda es un mecanismo frecuente. A veces, la persona acude a terapia solo para calmar a su entorno, sin un compromiso real. Esta frase refleja ambivalencia: una parte quiere dejarlo, otra aún no.
  9. «No lo necesito, solo lo hago porque me gusta»
    Otra frase de negación muy común. Aquí la adicción se disfraza de elección. Es cierto que el consumo empieza muchas veces por placer, pero en la adicción, el placer desaparece y lo que queda es necesidad.
  10. «Lo puedo dejar sin ayuda, ya lo he hecho antes»
    Es posible que la persona haya conseguido reducir o detener el consumo en el pasado. Pero si ha recaído, eso indica que el problema sigue ahí. Esta frase busca justificar el rechazo a un tratamiento profesional.
  11. «Si me dejas, entonces sí que me hundo del todo»
    Manipulación emocional. En relaciones de pareja o familiares, el adicto puede usar este tipo de frases para evitar límites o consecuencias. Es importante reconocer el chantaje afectivo que muchas veces surge en entornos de adicción.
  12. «No tengo un problema, el problema lo tienes tú conmigo»
    Este tipo de frases reflejan un desplazamiento del conflicto. En lugar de mirar hacia dentro, se culpa al entorno. Es un mecanismo de defensa que protege la identidad frente al sentimiento de fracaso.
  13. «Ya estoy mejor, no hace falta seguir con el tratamiento»
    Cuando la persona empieza a sentirse un poco más estable, puede creer que ya no necesita ayuda. Pero dejar el tratamiento de forma prematura es uno de los mayores riesgos de recaída. Esta frase suele ser signo de impulsividad o autoengaño.
  14. «Es solo una cerveza, no pasa nada»
    Los «pequeños permisos» son muy comunes en personas que están intentando dejar una adicción. Esta frase muestra cómo el cerebro racionaliza la recaída. Lo que empieza como una excepción puede convertirse en una nueva espiral.
  15. «Nunca voy a poder salir de esto»
    Una de las frases más duras y más importantes de escuchar. Detrás hay desesperanza, miedo, frustración. En ese punto, la persona necesita apoyo real, no reproches. Esta frase es una petición encubierta de ayuda, aunque suene a rendición.

Estas frases, en apariencia repetitivas o manipuladoras, son en realidad puertas de entrada a un dolor profundo. Escucharlas desde la empatía, sin justificar, pero tampoco juzgar, puede abrir caminos hacia la comprensión y la recuperación. Comprender lo que hay detrás del lenguaje es el primer paso para acompañar sin rendirse.

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¿Cómo acompañar sin juzgar a una persona con adicción?

Escuchar a alguien que está en medio de una adicción puede ser frustrante, agotador e incluso doloroso. Sobre todo cuando repite las mismas frases, niega lo evidente o justifica lo injustificable. Pero es precisamente ahí donde más falta hace mantener la calma, evitar el juicio y entender que las palabras no siempre reflejan lo que la persona necesita… sino lo que puede expresar en ese momento.

Acompañar no significa justificar, pero sí comprender. Las adicciones son complejas, afectan al cerebro, a las emociones y al comportamiento. No se trata solo de “decidir cambiar”, sino de reconstruir una vida entera. Por eso, cada frase de la lista anterior puede ser una oportunidad para abrir un diálogo distinto, más empático, menos reactivo.

Hay formas de apoyar sin caer en el control. Se pueden marcar límites sin cortar el vínculo. Y sobre todo, se puede acompañar mejor cuando se entiende que la adicción no define a la persona, sino que es un estado del que se puede salir con ayuda profesional, tiempo y apoyo.

Más allá de las palabras: detectar lo que realmente necesita la persona adicta

Cuando un familiar, amigo o pareja repite frases como “yo controlo” o “ya lo dejo cuando quiera”, la reacción más común es enfadarse o cortar por lo sano. Pero si se observa desde otra perspectiva, muchas de esas frases no son más que gritos encubiertos de miedo, vergüenza o desesperación. Detrás de cada negación hay muchas veces un “necesito ayuda y no sé cómo pedirla”.

Escuchar más allá de las palabras implica entrenar la empatía y, si hace falta, poner límites con cariño. No se trata de permitir conductas destructivas, sino de no reaccionar con rabia a cada frase repetida. A veces basta con una pregunta diferente, un silencio a tiempo o una mirada sin juicio para empezar a cambiar la dinámica.

También es importante que la ayuda no recaiga solo en la familia. Las personas con adicción necesitan atención profesional, centros especializados y un proceso que tenga en cuenta todas las áreas de su vida. En ese camino, escuchar con comprensión es una herramienta tan poderosa como cualquier otra.

Las frases que dicen las personas con adicción pueden sonar a excusas, manipulaciones o negaciones. Pero también son señales. Señales de que algo no va bien, de que existe dolor, miedo o desconexión. Comprenderlas no significa aceptarlas sin más, pero sí interpretarlas desde un lugar más humano.

Detrás de “lo tengo controlado” puede haber una necesidad desesperada de no sentirse derrotado. Detrás de “no me pasa nada” puede esconderse una montaña de emociones no procesadas. Y detrás de “ya lo dejo” puede haber alguien que quiere, pero no sabe cómo.

Cambiar el enfoque al escuchar puede ser el primer paso para tender una mano sin perderse en el intento.

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Llámanos