La adicción a los videojuegos está reconocida por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad. Se trata de una dependencia no tóxica, es decir, sin sustancia, pero con las mismas características de una conducta adictiva. A continuación vamos a hablar de qué puedes hacer en el caso de que tu hijo sufra dependencia a los videojuegos.
¿Qué puedo hacer para ayudar a un hijo adicto a los videojuegos?
Supone un trastorno mental que padecen cada vez más jóvenes y de edades tempranas porque la ciberadicción ya es una realidad. Se tarda tiempo en identificar que uno está enganchado a una actividad cotidiana como jugar, pero cuando el problema aparece, se ha acelerado el proceso.
Señales de una adicción a los videojuegos.
Se divierten mucho hasta que un día tienen en contra a la familia porque han perdido el control. Desaparecen los horarios, no duermen y, por tanto, no funcionan bien. Se multiplican los problemas. Esto hace que se refugien jugando más.
Si crees que tu hijo sufre esta dependencia, a continuación te damos las claves para identificarla:
- Los videojuegos se convierten en el centro de su vida. Hay una obsesión. Sus pensamientos y actos están dirigidos a la siguiente partida.
- Cada vez juegan más horas. Es la aparición de la tolerancia.
- Pierden la noción del tiempo. En el tema de los videojuegos la clave es el tiempo.
- Las señales de que no han dormido son clave: ojeras, dolores de cabeza y falta de energía.
- No hay límites ni horarios para ellos.
- Sus relaciones se limitan cada vez más al mundo virtual. A no ser que tengan amigos que echen maratones con ellos, se van recluyendo más en ese mundo de fantasía. De ahí, el aislamiento social.
- Muestran gran dificultad en parar la conducta. Esto hace que descuiden su aseo personal o alimentación. Sobre todo si es a juegos online de rol multijugador porque hay jugadores de cualquier parte del mundo sin horario. Siempre hay alguien con quien pueden competir e interactuar.
- Han perdido el control. Saben que deben jugar menos, lo han intentado.
- Les cambia el carácter. Estar obsesionado y la excesiva dedicación cansa. La adicción les está pasando factura a nivel psicológico.
- Jugar ya no divierte tanto.
- Tienen reacciones inesperadas y con rabietas si se les interrumpe el juego.
- Están sobreexcitados mientras juegan.
- Aparecen síntomas de malestar general si no pueden jugar o llevan un tiempo sin hacerlo: irritabilidad, ansiedad, nerviosismo, cambios de humor bruscos, dolor de cabeza, etc.
- Manipulan y mienten para quedarse jugando y no ir a la escuela o no cumplir con sus responsabilidades.
- Crecen los conflictos. Les afecta en todos los ámbitos.
- Disminuye el rendimiento escolar o laboral. Hay que estar constantemente detrás de ellos. En España no hay tantos adictos adultos como en Asia, pero también los hay y mienten en el trabajo para faltar. No cumplen plazos e interfiere con responsabilidades laborales.
- El abuso de las pantallas tiene además muchos riesgos asociados. Provoca contracturas, dolores de cuerpo, molestia en las cervicales, mareos, problemas de visión y otros.
- Quizá está gastando más dinero para poder avanzar en pantallas por la compra de herramientas. Necesitan “pasar de nivel”. Y esa necesidad es la que define la adicción como enfermedad.
- Aumenta el rechazo de la familia y las discusiones. Afecta a todas sus relaciones.
¿Qué puedo hacer para ayudar a mi hijo?
Si crees que tu hijo tiene este problema, hay que afrontarlo como una enfermedad.
- Ayudarle a admitir que tiene este problema. Informarle desde la preocupación de que es una enfermedad y de las consecuencias que tiene sobre su salud.
- Motivarle para el cambio. Ayudarle a identificar el daño que jugar le está haciendo y las cosas que está perdiendo por esa dependencia.
- Acudir a un centro especializado para que realicen una valoración psicosocial.
- Estar a su lado para que complete un tratamiento con éxito. Ponerlo en manos de especialistas para que puedan aplicar un tratamiento completo:
- Evaluar las causas que le han llevado a perder el control y trabajar en ellas.
- Supervisar el síndrome de abstinencia.
- Trabajar la superación del deseo de jugar.
- Realizar terapia de deshabituación de videojuegos.
- Entrenar en prevención de recaídas.
- Diseñarle un estilo de vida alternativo al que lleva por su adicción.
- Entrenarle en habilidades sociales.
- Apoyarle y dejar atrás las rencillas por su comportamiento.
- Estar en contacto con su equipo terapéutico para ayudarle con las alertas antes recaídas.
- Hacer el día a día más fácil en casa y regular su horario.
- Acompañarle en la realización de nuevas actividades que sean atractivas para tu hijo.
Los adolescentes son muy vulnerables. Los tratamientos son diferentes según la edad del paciente: no es lo mismo tratar a un preadolescente o a un niño, que a un adulto. En cualquier caso lo mejor es informarse y pedir ayuda especializada para tu hijo.