Mi incursión en el mundo de las drogas fue relativamente pronto, a los 14 años me emborraché por primera vez y a los 18 ya había probado todo tipo de drogas (hoy en día los chavales corren incluso más).
El hecho de haber sido huérfana de padre y madre y de haber pasado mi infancia entre internados y casas de acogida hizo que me diese a mí misma el mensaje de que como no era de nadie podía drogarme y divertirme todo lo que quisiera. No le hacía daño a nadie, no le pertenecía a nadie, era libre y dueña de mí misma para poder volar hacia dónde quisiera…. Libre…. ¡Qué ingenua!
Con esta gran filosofía de vida pasaron algunos años y al principio funcionó, pero lo que al principio me pareció una gran aventura de vida llena de sueños y descubrimientos se fue tornando en pesadilla a medida que iban pasando los años.
Podría contaros al detalle cada una de las historias que fueron acabando con mi dignidad, con mi integridad, que casi acaban con mi vida, pero ese trabajo ya lo hice, es doloroso y muy, muy largo, y no es ese el mensaje, o al menos parte, del mensaje que quiero transmitiros. A estas alturas, y si estáis en esta web, es porque ya sabéis lo que te hacen las drogas, o lo estáis viviendo en vuestra piel o en la de alguno de vuestros familiares.
A pesar de todo, siempre he sido dueña de un optimismo inusitado, siempre he pensado que nada dura para siempre, siempre busqué un rincón por el que poder escapar de todo aquello y la misma curiosidad que me llevó a descubrir el lado oscuro de la vida (me recuerda a Jarabe de Palo) me llevó a buscar una salida, un atisbo de luz por el que conseguí pasar.
Me recuperé, sí, se puede, y a partir de entonces he dedicado los últimos 8 años de mi vida a formarme, a estudiar, a aprender, a empezar una carrera… Y a terminarla (terminar algo para un adicto es como llegar a la cumbre del Everest, es nuestro Everest particular, empezamos cientos de cosas, pero terminarlas….uff), para llegar a hoy, a intentar devolver lo que la vida me dio.
A día de hoy soy psicóloga, y desde la psicología, me siento con la capacidad suficiente y las herramientas necesarias como para poner toda mi experiencia y conocimientos a disposición de todo aquel adicto que quiera dejar las drogas, que quiera recuperar su vida, su dignidad y su integridad. También a la de sus familiares, que son víctimas, tanto como el adicto, de la devastación que han dejado las drogas en sus vidas. Trabajaré para ayudar a estas personas a recuperar sus vidas de la misma manera que alguien, un día, trabajó para que yo recuperara la mía.
(A mi terapeuta, Dolors M. un beso enorme desde aquí, te quiero).
Ángela María Vélez Gómez
Psicología Sanitaria