Una recaída no es el final, aunque puede parecerlo cuando sucede. En muchos procesos de recuperación, las recaídas forman parte del camino. Según estadísticas de American Addiction Centers, se estima que entre el 40 % y el 60 % de las personas que intentan dejar una adicción experimentan al menos una recaída.
Este dato no es para desalentar, sino para dar perspectiva. Lo que importa es la forma en que se responde después. Si tienes cerca a alguien que ha recaído, puede que te sientas impotente, frustrado o con ganas de recriminar. Pero hay formas mucho más efectivas y compasivas de acompañar ese momento tan delicado.
Comprender el momento antes de actuar
Cuando alguien ha recaído, no está “choosing to fail” (decidiendo fallar). La recaída suele responder a factores emocionales, de estrés, de entorno o incluso fisiológicos, el cerebro adicto conserva circuitos reforzados que predisponen a regresar al consumo en situaciones difíciles.
Lo primero es reconocer que la persona no ha “descuidado el tratamiento por flojera”, sino que está enfrentando un sistema interno que tiene memoria, fuerza y que puede empujarla de vuelta si no se mantiene alerta. Por eso la compasión no es debilidad: es reconocimiento de una lucha real que está fuera del puro control consciente.

Qué hacer cuando ocurre la recaída
1. No reproches, reconstruye el puente emocional.
Culpar genera cierre, silencio, vergüenza. En cambio, decir algo como “entiendo que esto no es fácil, y quiero que estemos juntos para volver a levantarnos” abre la puerta al diálogo. Invita a hablar sin presión, simplemente preguntar: “¿Qué pasó? ¿Cómo te sentiste justo antes?”
2. Retomar el tratamiento cuanto antes.
Mientras más rápido se vuelva al plan terapéutico, menos daño la recaída producirá. Posiblemente, haya que reajustar el tratamiento: cambiar dosis, introducir nuevas estrategias, reforzar apoyos. Según el siguiente estudio de NIDA, la recaída no significa que el tratamiento ha fracasado, sino que debe revisarse y adaptarse.
3. Cuidar límites claros y saludables.
Ayudar no es permitir todo. Si el consumo vuelve a afectar la convivencia, finanzas o seguridad, es sano establecer reglas como por ejemplo no permitir alcohol en casa, no sostener gastos del consumo, etc. Pero esas reglas deben estar animadas por el cuidado, no por el castigo.
4. Soporte emocional constante.
La persona que ha recaído necesita recordar que no está sola. Mensajes de ánimo, acompañamiento en citas terapéuticas, validar su dolor y su coraje de volver a intentar son gestos que suman muchísimo. A veces el mejor antídoto contra la culpa es la conexión humana.
5. Identificar los factores que desencadenaron la recaída.
Puede que haya sido una emoción fuerte (ira, tristeza), un encuentro con viejas amistades del consumo, la soledad o un evento estresante (pérdida de trabajo, cambio de entorno). Analizar esos gatillos ayuda a fortalecer el plan.
6. Plan de prevención reforzado.
Cuando se detecta una recaída, conviene diseñar estrategias adicionales: qué hacer cuando sienta ganas, quién llamar, qué actividades alternativas puede realizar, qué apoyos extra necesita (grupo de apoyo, terapia familiar).
“Lo que no ayuda” (errores comunes que conviene evitar)
- Actuar desde el juicio o la decepción: frases como “te lo dije” o “ya lo sabías” solo incrementan la distancia.
- Actuar solo para controlar o vigilar a la persona: eso genera rebeldía o resentimiento.
- Ignorar tu propio bienestar emocional: si tú te quemas, no podrás sostener el apoyo.
- Pensar que “ya lo has perdido todo”: tantos procesos muestran que se puede recuperar tras muchas caídas.
También os quiero dar un dato esperanzador para sostener el ánimo. Aunque muchas fuentes hablan de recaídas frecuentes, también se sabe que quienes mantienen el apoyo, vuelven al tratamiento y ajustan su plan, tienen buenas probabilidades de mejoras duraderas. Algunos centros privados reportan tasas de éxito del 60 % al 80 % entre quienes completan tratamientos de 2 a 5 años.
Además, si alguien permanece abstinente durante 1 a 2 años completos, la probabilidad de recaída tiende a disminuir significativamente.
Recaer duele, sí. Y puede hacerte sentir que todos los esfuerzos anteriores fueron inútiles, sin embargo, no lo son. Cada paso que diste, cada herramienta que aprendiste, cada momento de conciencia vale aún hoy.
Si tú o alguien cercano ha tenido una recaída, es importante actuar cuanto antes. En Cúvel Adicciones disponemos de programas estructurados de recuperación, respaldados por un equipo profesional con experiencia en tratamiento y prevención de recaídas.


