Centro de desintoxicación en Málaga

Vivir con alguien que fuma porros a diario puede parecer, al principio, algo sin importancia. No hay peleas, no hay agresividad, no hay escenas como las que uno se imagina cuando piensa en drogas duras. Pero con el tiempo, esa sensación va cambiando. Porque lo que empieza como “algo para relajarse” se convierte poco a poco en una rutina que lo ocupa todo. Y cuando esa persona es tu pareja, tu hijo, tu compañero de piso o un familiar cercano, el desgaste es constante.

No hace falta que haya un consumo escandaloso para que se note que algo no va bien. Basta con ver cómo esa persona se desconecta, deja de hacer cosas, pierde interés por todo y parece estar siempre en piloto automático. Porque la adicción al cannabis, aunque muchos aún la minimicen, es real y afecta a todo el entorno, no solo al que consume.

¿Cómo reconocer que el consumo se ha vuelto un problema?

Aquí no hablamos del porro ocasional en una fiesta o de alguien que lo probó unos días y lo dejó. Hablamos de una persona que consume a diario, varias veces al día, que necesita fumar para funcionar, para dormir, para relajarse, para comer, para soportar el día. Y lo peor es que muchas veces no lo reconoce como una adicción, porque el cannabis sigue teniendo esa imagen de “droga blanda” o de “es natural, no pasa nada”, pero sí pasa.

Empiezan a olvidarse de cosas. A llegar tarde. A encerrarse en sí mismos. A dejar de salir, de trabajar con ganas, de cuidar sus relaciones. Y tú, que convives con esa persona, lo ves todo desde dentro. Ves cómo cambia su humor cuando no tiene para fumar. Ves cómo su día gira en torno a eso. Y ves también cómo se apaga.

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Lo que siente quien convive con un consumidor diario

La convivencia con alguien que fuma porros de forma adictiva puede ser silenciosamente agotadora. No hay gritos ni discusiones constantes, pero hay desconexión emocional. Esa sensación de que esa persona está, pero no está. De que las conversaciones se vuelven superficiales. De que no hay motivación para nada. Y al final, terminas tú haciendo el doble esfuerzo, intentando tirar de alguien que parece haber soltado el volante.

También aparece la frustración. Has hablado con él o con ella, le has dicho que estás preocupado, que así no puede seguir, que te duele verlo así… Y siempre lo mismo: “No exageres”, “yo controlo”, “hay gente mucho peor”, “es solo hierba”.

Y aunque sabes que lo hace porque no quiere reconocerlo, o porque no puede, también te toca a ti. Porque convivir con una persona que está atrapada en una adicción, aunque sea socialmente aceptada, duele. Y mucho.

¿Qué puedes hacer si estás en esta situación?

Lo primero es saber que no estás solo/a y que tu sufrimiento también importa. Muchas veces, el foco se pone solo en el que consume, y se olvida todo lo que arrastra a su alrededor. Y no, no hace falta que haya un desastre para actuar. Si algo no está bien, si sientes que esto te está afectando, es motivo suficiente para hacer algo.

Aquí van algunas cosas que puedes hacer si convives con alguien adicto al cannabis:

  • No normalices el consumo. Que sea común no significa que esté bien.
  • Pon límites, incluso aunque te cueste. Tu espacio también cuenta.
  • Evita entrar en discusiones sin sentido. Si está fumado, no vas a poder razonar con él.
  • Guarda fuerzas para ti. No puedes salvar a alguien que no quiere o no puede dejarse ayudar todavía.
  • Busca apoyo externo. Ya sea un terapeuta, un grupo o profesionales como los de Cúvel. No tienes por qué cargar con todo tú solo/a.

Y si en algún momento esa persona está dispuesta a escuchar, acompáñala, pero sabiendo que el proceso es suyo, no tuyo.

¿Cuándo pedir ayuda?

El momento de pedir ayuda es cuando tú ya no sabes qué más hacer, cuando las conversaciones se repiten y no cambian nada, cuando el consumo ya afecta a la convivencia, al estado de ánimo, al trabajo, a la rutina… o cuando tú, como familiar o pareja, sientes que ya no puedes más.

En Cúvel Adicciones tratamos muchos casos de adicción al cannabis. Y lo que más nos dicen los familiares cuando llegan es: “No me parecía grave al principio, pero ya no reconozco a la persona con la que vivo”. Porque el cannabis no genera escándalo, pero sí genera distancia, bloqueo emocional y estancamiento. Y eso, con el tiempo, duele tanto como cualquier otra droga.

ayudale a dejar los porros

 

En Cúvel ayudamos también a las familias

El tratamiento no es solo para el que consume. También es para el entorno, para que se entienda lo que está pasando y sepa cómo acompañar. Porque no se trata de presionar, ni de amenazar, ni de rendirse. Se trata de aprender a estar sin hundirse tú también.

En nuestras sesiones orientamos tanto a los pacientes como a sus familiares. Escuchamos, explicamos, buscamos opciones. Y si esa persona todavía no está preparada, tú puedes empezar por informarte, por cuidarte, por prepararte para cuando llegue ese momento.

Vivir con alguien que consume porros de forma adictiva no es fácil, pero tampoco estás solo. En Cúvel podemos ayudarte a ti y, cuando llegue el momento, también a él.

Si lo necesitas, estamos aquí.

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Llámanos