Cuando una persona desarrolla una relación problemática con el alcohol, suele protegerla con argumentos que justifican el consumo. Son mecanismos psicológicos conocidos (negación, minimización, desplazamiento de culpa) que mantienen la conducta y dificultan el cambio.
Reconocerlos ayuda al entorno a comprender que no se trata de “falta de voluntad”, sino de un patrón que necesita acompañamiento profesional. A continuación, repasamos las excusas más frecuentes y cómo abordarlas sin entrar en conflicto.
1) “No tengo ningún problema.”
“Estoy bien”, “exageráis”. Es la negación por excelencia. Mientras no se reconozca la magnitud, nada cambia. Suele aparecer tras un incidente (discusión seria, multa, ausencia al trabajo) que se minimiza al día siguiente. Decir “no pasa nada” no borra consecuencias, solo las difiere. Si se repite el patrón, hay problema, aunque la palabra “adicción” no guste. Según datos de la NIAAA (2023), solo una de cada trece personas con trastorno por consumo de alcohol recibe tratamiento, y casi el 95 % ni siquiera cree necesitar ayuda. Esa distancia entre la realidad y la percepción explica por qué la negación es tan persistente.
2) “¿Qué van a pensar de mí?”
“Si voy a terapia, todos lo sabrán.” Es una duda más común de lo que parece. Muchas personas retrasan el paso por vergüenza o miedo a ser juzgadas, cuando en realidad los centros de adicciones reciben a diario a gente de todas las edades y profesiones. No hay perfiles únicos ni motivos “graves” o “leves”: hay historias distintas que buscan mejorar. Los tratamientos son confidenciales y se viven con discreción, igual que cualquier proceso médico. No hay que sentir vergüenza por pedir ayuda; al contrario, hacerlo es señal de que ya se ha dado el primer paso para cambiar.
3) “Puedo dejarlo cuando me lo proponga.”
“Si quisiera, paro una semana.” Es una promesa a futuro que evita mover ficha hoy. Si fuera tan sencillo, ya habría ocurrido. Además, el “lo dejo cuando quiera” nunca viene acompañado de una fecha concreta ni de ejemplos de días sin beber. Este tipo de frase da una falsa sensación de control, ya que tranquiliza por unos minutos, pero impide ver que el control ya se ha ido perdiendo poco a poco. En consulta se escucha a menudo: “ya lo hice una vez”, “aguanté tres días”… Lo cierto es que el autocontrol no se demuestra con un reto puntual, sino con estabilidad a largo plazo. Y si comprobarlo genera ansiedad o miedo al fracaso, probablemente ya haya más dependencia de la que se admite.

4) “Todo el mundo bebe.”
“Es cultural.” “En mi grupo es lo normal.” Apoyarse en la mayoría da tranquilidad, pero que algo sea común no lo hace sano. Lo que importa no es cuántos beben, sino cómo te afecta a ti: si te cambia el humor, te quita sueño o te mete en líos, ya hay una señal.
Según el siguiente estudio de Eurostat (2019), casi un tercio de los adultos europeos bebe alcohol cada semana, y un 8 % lo hace a diario. Que sea frecuente no significa que sea inofensivo. Compararte con los demás sirve para justificar, no para mejorar.
5) “No me imagino mi vida sin alcohol.”
“¿Y las cenas, los viajes, los brindis?” Detrás de esta frase no hay adicción a la sustancia, sino miedo al vacío que deja la rutina. El alcohol está tan presente en la vida social que muchos no saben cómo sería un fin de semana o una celebración sin él. Pero lo que suele pasar al reducir o parar no es pérdida, sino reajuste: aparecen planes nuevos, mejor descanso y un humor más estable. Lo difícil no es dejar el alcohol, sino romper la costumbre de asociarlo a todo.
6) “No perjudico a nadie, es cosa mía.”
“Yo me lo pago.” Es una de las frases más repetidas, pero también una de las más falsas. El consumo nunca ocurre en una burbuja, siempre salpica a alguien. A la pareja, que cubre ausencias o aguanta cambios de humor; a los hijos, que crecen normalizando gritos o discusiones; al trabajo, que nota el cansancio y la falta de concentración. El alcohol altera el carácter, la paciencia y la forma de relacionarse, incluso cuando no hay violencia física. Pensar que “solo me afecta a mí” es un autoengaño que permite seguir sin mirar el daño real.
7) “Mis análisis están perfectos; mi hígado aguanta.”
“Me hice una analítica y salió bien.” El problema es que muchas complicaciones no se ven en un análisis rutinario. El alcohol también daña el sueño, la memoria y el estado de ánimo, mucho antes de que el hígado avise. Según la OMS, el consumo de alcohol causa más de 2,6 millones de muertes al año, muchas de ellas por daños que no se detectaron a tiempo.
8) “Bebo por estrés o ansiedad.”
“Me calma.” “Prefiero esto a pastillas.” El alcohol seda unos minutos, pero el efecto rebota: sueño peor, más irritabilidad y más necesidad al día siguiente. Lo que parece aliviar, en realidad alimenta el mismo malestar. Según la NIAAA, el consumo frecuente de alcohol empeora los síntomas de ansiedad y depresión con el tiempo. Llamarlo “medicina” solo mantiene el ciclo que después cuesta romper.
9) “Bebo para dormir.”
“Con dos copas caigo frito.” Sedarte no es descansar. El alcohol puede ayudarte a conciliar el sueño, pero rompe las fases profundas y provoca más despertares durante la noche. Por eso al día siguiente hay más cansancio, peor concentración y peor humor. A corto parece una ayuda; a medio, te pasa factura.
Según la National Sleep Foundation y la NIAAA, el alcohol reduce la calidad del sueño REM y altera los ritmos circadianos, lo que acaba generando insomnio crónico y mayor dependencia.
10) “Me da miedo el síndrome de abstinencia.”
“Lo voy a pasar fatal.” Ese miedo es totalmente normal. De hecho, lo tienen la mayoría de personas antes de empezar un tratamiento, porque imaginan un proceso más duro de lo que realmente es cuando se hace acompañado. El error es dejar que ese temor sirva de excusa para no actuar: así el consumo sigue y el miedo crece.
Hoy existen centros especializados, como Cuvel Adicciones, donde la retirada se planifica de forma segura, con supervisión médica y apoyo psicológico desde el primer día. Si te da miedo dar el paso, aquí tienes una guía práctica sobre cómo afrontarlo: Cómo superar el síndrome de abstinencia.
11) “No bebo a diario; solo me paso el sábado.”
“Entre semana, nada.” Es una de las frases más escuchadas: el consumo se concentra en el fin de semana y se justifica porque “entre semana cumplo”. Pero los atracones de fin de semana también hacen daño. Los picos de alcohol en pocas horas alteran la presión arterial, el sueño y el ánimo, además de aumentar el riesgo de accidentes y comportamientos impulsivos.
Según la OMS, el llamado binge drinking (beber grandes cantidades en poco tiempo) es igual o más perjudicial que el consumo diario moderado. Aunque parezca “una noche suelta”, el cuerpo y la mente no distinguen calendario.
12) “Hago deporte y compenso.”
“Corro 10 km y listo.” El alcohol no se quema corriendo ni se equilibra con gimnasio. De hecho, reduce el rendimiento físico, retrasa la recuperación muscular y empeora el sueño, justo lo contrario de lo que el cuerpo necesita para mejorar. Convertir el deporte en permiso para beber mantiene el problema y añade frustración cuando el cuerpo ya no responde igual. Según diferentes estudios, el consumo de alcohol incluso después del ejercicio disminuye la síntesis de proteínas musculares y la rehidratación, por lo que el supuesto “equilibrio” no existe.
Cómo hablar con un alcohólico para que deje de beber
Elige un momento sobrio y tranquilo. Habla desde los hechos, no desde la discusión: “el sábado pasó X y me preocupa por Y”. Muestra preocupación y ofrece una alternativa realista, como una valoración profesional o una primera cita informativa. Lo importante no es convencer, sino abrir una puerta posible. Marca límites que te cuiden sin amenazas vacías.
Si has reconocido a alguien en varias de estas frases, no necesitas convencerlo con argumentos; necesitas un plan claro para ayudar. En Cuvel Adicciones trabajamos con familias y entorno cercano para que aprendan a actuar con calma, a marcar límites y a acompañar.
Pedir ayuda no es rendirse, es empezar a cambiar la forma en que el alcohol afecta a todos. Si quieres saber cómo hacerlo paso a paso, puedes informarte en nuestro tratamiento para dejar el alcohol.


