Centro de desintoxicación en Málaga

Hablar de cannabis en la adolescencia impone respeto. Es normal preocuparse si notas cambios en casa. Para poner contexto, en España el 21,8% de estudiantes de 14–18 años consumió cannabis en el último año y el 15,6% en los últimos 30 días (ESTUDES 2023, Ministerio de Sanidad). En estas edades, la curiosidad, la búsqueda de pertenencia y la presión del grupo pueden llevar a “probar”. Como madre o padre es natural sentir miedo e incertidumbre y no saber por dónde empezar. Esta guía te ofrece señales que observar sin invadir, preguntas guía para valorar patrón/frecuencia y pasos prácticos para hablarlo y saber cuándo pedir ayuda, cuidando el vínculo.

Señales que avisan de que tu hijo puede estar fumando porros

Más que “buscar una prueba”, fíjate en patrones: cambios de rutina y rendimiento (bajan las notas, más ausencias o retrasos, menos interés por actividades de siempre), junto con señales físicas como ojos enrojecidos, somnolencia, torpeza o aumento del apetito, y un olor dulzón persistente en ropa o habitación.

Observa también el contexto: aparición de objetos asociados al consumo (p. ej., papel de liar, filtros, grinder, vaporizador), nuevas amistades que lo normalizan, aislamiento, irritabilidad, mentiras para “salir un momento” o olvido de compromisos. Si el conjunto de señales se repite y afecta a los estudios, a las relaciones o a las normas de casa, conviene abrir una conversación calmada y valorar pedir orientación profesional. Estas pautas se basan en recomendaciones para familias y datos sobre riesgos en adolescentes de fuentes como MedlinePlus/NIH, CDC y NIDA.

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¿Cómo saber si mi hijo fuma porros? Test

Si eres madre o padre y sospechas que algo no encaja, estas preguntas guía te ayudan a poner orden a lo que observas sin convertir la casa en un interrogatorio. No busques una “prueba” aislada: lo importante es si las señales se repiten, se acumulan en varias áreas (salud, estudios, relaciones, normas) y tienen impacto.

  • ¿Notas uso frecuente de ambientadores/colonias/incienso o ventanas abiertas en días fríos para disimular olores?
  • ¿Has visto colirios en su mochila/habitación o los usa al llegar a casa?
  • ¿Se va “a dar una vuelta” justo después de comer o cenar y vuelve con olor dulzón o mucha risa/apatía?
  • ¿Observas despistes de memoria, le cuesta concentrarse o olvida recados que antes hacía sin problema?
  • ¿Le resulta muy difícil levantarse por la mañana y acumula retrasos o faltas?
  • ¿Profesores/entrenadores han comunicado bajada de rendimiento o actitud apática/irritable?
  • ¿Hay cambios de humor marcados al volver de quedar con amistades (euforia/risa fácil o irritabilidad/apatía)?
  • ¿Evita recibir a amistades en casa y prefiere verse siempre fuera o en lugares poco supervisados?
  • ¿Percibes nuevos amigos mayores de edad que traen hábitos (horarios, planes) que no son los de su grupo habitual?
  • ¿Se muestra muy a la defensiva cuando propones normas razonables (horarios, avisar dónde está)?
  • ¿Notas pupilas muy rojas o torpeza en momentos en que debería estar despejado (antes de estudiar, de entrenar o al volver de clase)?
  • ¿Se salta responsabilidades (tareas, compromisos familiares) con excusas repetidas?
  • ¿Pasa más tiempo solo/a y evita hablar de cómo le fue el día?
  • ¿Has notado cambios de apetito (“ataques de hambre”) o de sueño (acostarse muy tarde)?

Efectos del cannabis en adolescentes y cómo impactan en su día a día

En la adolescencia, el cannabis interfiere con la memoria, el aprendizaje, la atención, la toma de decisiones y la coordinación, lo que puede traducirse en bajadas de rendimiento escolar, más dificultad para concentrarse y peores resultados en tareas que exigen funciones ejecutivas. Estos efectos pueden persistir más allá del momento de consumo y empeoran cuanto antes se empieza y más frecuente es el uso.

Además, existe una mayor probabilidad de trastornos de salud mental, especialmente depresión y ansiedad, y un mayor riesgo de episodios psicóticos en jóvenes con inicio temprano y consumo frecuente o de alta potencia, al igual que peores trayectorias educativas (más absentismo, más riesgo de abandono y menor logro académico). También aumenta la probabilidad de desarrollar un trastorno por consumo de cannabis (dependencia) si el patrón se consolida.

Por eso pararlo a tiempo importa: cuanto antes se identifique el patrón y se frene, menor riesgo de cronificar problemas escolares y de salud mental, y mejor pronóstico de recuperación.

¿Qué hacer si mi hijo fuma porros?

Actúa pronto, pero con calma. Elige un momento neutro (sin bronca previa) y habla desde la observación, no desde la acusación: “He notado X y me preocupa tu salud”. Es normal que a ciertas edades muchas conversaciones se tomen “a la defensiva”; por eso conviene validar primero (“entiendo que te agobie este tema”), escuchar sin interrumpir y plantear pocas ideas claras en conversaciones breves y frecuentes, en lugar de un “sermón” largo que solo aumenta la resistencia.

Te puede ayudar el método de los ejemplos cercanos: compartir, con respeto y sin morbo, alguna historia real de tu entorno (un amigo de la familia, un caso conocido en el instituto o del barrio; sin dar nombres) que muestre consecuencias concretas y soluciones posibles. La clave es que el ejemplo sea verosímil y cercano, y que no suene a amenaza, sino a aprendizaje (“esto pasó, así se complicó y así se resolvió… o no…”).

Cierra cada charla con un acuerdo sencillo: qué esperas (horarios razonables, avisar, cumplir tareas), qué apoyo ofreces (ayuda para organizar estudio, plan de ocio saludable, estar disponible si necesita hablar) y cuándo revisaréis juntos si se va cumpliendo (por ejemplo, en una semana). Mantén límites pocos y consistentes, con consecuencias proporcionadas si no se respetan y refuerzos cuando sí lo hace. Reduce oportunidades de consumo sin convertir la casa en un cuartel: cuida los horarios, conoce a sus amistades y sus contextos, adelanta planes alternativos que de verdad le interesen. Si, aun así, el patrón se mantiene o ya hay impacto claro en estudios, convivencia o ánimo, plantea una valoración profesional explicando que no es un castigo, sino una ayuda para ordenar lo que pasa y encontrar estrategias que funcionen en casa y en el instituto.

En Cuvel somos especialistas en adolescencia y consumo de cannabis. Evaluamos cada caso, acordamos objetivos realistas y te acompañamos paso a paso, en casa y con el centro educativo si es necesario.

Si quieres saber más sobre cómo trabajamos, aquí puedes ver nuestro tratamiento para dejar el cannabis.

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Llámanos