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Tras repasar el informe sobre “La percepción social de los problemas de las drogas en España”, recién publicado por la FAD (Fundación de ayuda contra la Drogadicción), hay algunos datos sobre el consumo de alcohol que me llaman poderosamente atención.


Señala este informe que la percepción de los españoles sobre cuáles son las tres drogas más consumidas en nuestro país nada tiene que ver con los consumos reales. Piensan los encuestados que estas tres drogas son el cannabis, la cocaína y el alcohol, por este orden. Sin embargo, la realidad es bien distinta, las drogas más consumidas son el alcohol (87%), el tabaco (60%) y el cannabis (41%). La cosa no resultaría tan curiosa si no es porque en 2004 la gente sí que tenía una percepción real sobre cuáles eran las drogas que más se consumían en nuestro país. En ese año, más del 90% de los encuestados señalaban al alcohol y al tabaco como las sustancias más consumidas en España.

Entonces… ¿qué ha sucedido desde 2004 hasta hoy para se haya distorsionado en la población la percepción del consumo de sustancias como el alcohol y el tabaco?, ¿qué falla en las campañas de prevención o sensibilización para que la gente vea la realidad tan distorsionada?, ¿será la embriaguez colectiva lo que la distorsiona?

No sólo este dato es interesante, se da también que en 2004 el porcentaje de personas que consideraban las drogas legales, como el alcohol o el tabaco, más peligrosas que en la actualidad, era también mayor, nada menos que 6 puntos en el caso del alcohol y 12 en el del tabaco. Y me sigo preguntando… ¿por qué?

El alcohol es una sustancia que afecta a todo el organismo y los trastornos asociados únicamente a su consumo son innumerables. Entre ellos podemos encontrar problemas sociales como la violencia y los accidentes de tráfico, o problemas de salud como trastornos cardiovasculares, digestivos, hematológicos, metabólicos, endocrinos, numerosas infecciones, cánceres asociados, trastornos neurológicos, saf (síndrome alcohólico fetal), demencias alcohólicas (síndrome de Wernike-Korsakoff), intoxicación aguda, síndrome de abstinencia, delirium tremens, trastornos mentales, suicidio, muerte y un largo etc. Es decir, la lista es larga y la percepción del riesgo superficial y escasa.

En la actualidad no se puede achacar este desastre a la falta de información, la información está ahí, en todas partes, en las redes sociales, en internet, en la televisión, en los libros, en la prensa,… en todas partes… menos donde debería estar que es en las conciencias de los consumidores, de los escolares, de los jóvenes, de los adultos, de los padres y educadores, es decir, en la conciencia de la sociedad.

Hay que encontrar las vías. La “mentalidad de usuario” unida a una extendida sensación de invulnerabilidad tampoco ayudan a abrir los ojos. Para que la información llegue a la conciencia de las personas se necesitan cosas como intención, interés, esfuerzo, motivación, actitud, etc… Desde nuestro centro pondremos nuestro granito de arena desgranando poco a poco en futuras entradas, todas y cada una de las consecuencias derivadas del consumo de alcohol y demás drogas con la esperanza de que alguien las lea y, en la medida de lo posible, contribuir a que disminuyan esos porcentajes tan elevados, no sé si el de los consumidores, pero al menos el de los ingenuos. Qué menos que si escoges un camino, sepas a dónde lleva.

Ángela María Vélez Gómez
Psicología Sanitaria

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