Competitividad en el mundo laboral, abusivos volúmenes de trabajo, insatisfacción e inseguridad son factores que presionan, actuando como una losa, a profesionales que buscan ser los más exitosos, eficientes y eficaces posible, intentando conseguir un ascenso o simplemente no ser despedidos. Esta opresión está generando un inquietante incremento del uso y abuso de fármacos y estimulantes entre los adultos más jóvenes, con los que consiguen mejorar su rendimiento laboral a costa de su salud. Muchos otros profesionales han recurrido a estas llamadas drogas inteligentes o nootrópicas. Las utilizan para multiplicar su capacidad de trabajo diario y llegar al nivel que se les exige. En el post de hoy hablamos de las drogas en el trabajo.
Drogas inteligentes
Fármacos legales como el metilfenidato (derivado anfetamínico utilizado como tratamiento de TDAH) o modafilio (para desórdenes de sueño como narcolepsia o apnea obstructiva del sueño) son algunos de los catalogados como drogas inteligentes cuando son consumidas sin padecer ningún tipo de trastorno.
Fue Estados Unidos uno de los países pioneros en la utilización de estos medicamentos para fines laborales. Esta moda se está implantando en España a raíz de la crisis económica a la que nos venimos enfrentando desde tiempo atrás.
Actualmente, en nuestro país, el consumo de anfetaminas en el ámbito laboral es de un 0,6% según la última encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES). Este dato podría parecer bajo, pero la realidad es que cada vez son más los sitios webs que se dedican a recomendar e incluso vender estas sustancias sin receta para su uso inadecuado.
Efectos que producen estas drogas
Los efectos a corto plazo del consumo de las drogas nootrópicas son:
- Arritmias
- Taquicardias
- Palpitaciones
- Hipertensión arterial.
Sin embargo, a largo plazo los efectos pueden ser fatales, llegando a ocasionar:
- Absentismo laboral
- Deterioro de la productividad
- Absentismo laboral
- Agresividad
- Cambios bruscos en los estados de ánimo
- Ataques de ira
Sin límites
Un ejemplo muy visual de los problemas que origina el consumo de drogas inteligentes lo encontramos en una película protagonizada “Sin límites”. Protagonizada por por el actor Bradley Cooper. Donde se da vida a un escritor que consume una droga experimental. Con ella consigue un rendimiento del 100% de su cerebro, logrando alcanzar el éxito, pero lo que empieza siendo la solución a sus problemas, acaba por convertirse en un problema mucho mayor para él y para su entorno.